Forsyth, Guzmán, Mendoza, De Soto y López Aliaga
Forsyth va primero y se sostiene por su dinámica de calle. Verlo caminar en modo inspección ya es un discurso. Mucha gente extraña ese tipo de liderazgo parco y ejecutivo, tan al estilo de algunos alcaldes de Lima. En el imaginario, el casco y el “hacer” representan más que la oratoria. Ollanta Humala fue un desastre oratorio en el debate con los otros candidatos en 2011: leyó y respondió cualquier cosa, pero no perdió la compostura e igual ganó. No es un orador, tampoco Castañeda lo es. Un estratega formaría a Forsyth en reflejos para la respuesta sagaz y rápida en una lista temática, y no en conocimientos complejos que se adquieren en años. Allí están sus técnicos.
Julio Guzmán podría disputar el centro con Forsyth, pero su error más reciente ha sido tratar de hacer pasar al Partido Morado por lo que no es. El achorado bus al lado de los cerros (que nada tenía de achorado) y la marihuana como “normalidad sugestiva” (el Perú no es Ámsterdam) lo refrenó un poco cuando se perfilaba como un líder antisistema y agresivo. En su lista congresal hay muy buenos técnicos en gestión pública; pero son la “tercera línea”, porque los voceros son los jóvenes candidatos mediáticos. Quien no sepa diría que los que asoman son la expresión de su lista, pero el Morado es un partido de gente que conoce el funcionamiento del Estado y ha trabajado cada tema. La causa anti-Merino ya fue ¿Realmente creen que la polarización “demócratas – golpistas” podía sostenerse mucho tiempo? ¿No es Lescano, acaso, el del “partido golpista”, quien viene escalando en las encuestas? ¿No es AP el partido “golpista” que inexplicablemente sería el más votado al Congreso? Le valdría a Guzmán poner en primera línea a sus mejores cuadros para la propuesta serena, y asumir solo él el papel del político de guerra que no teme siquiera confrontar con el Gobierno y contra todos cuando sea necesario.
Verónika Mendoza sube porque la pobreza pandémica llama al cambio y en el Perú el cambio radical es rojo… mientras no aparezca un antisistema. Verónika es lo más ventajoso para Keiko en una segunda vuelta. Ya lo saben Nakos: “Vero a la segunda vuelta y Keiko presidenta”. Urresti tiene un discurso que suena bien: ¿quién no quiere su AFP convertida en liquidez en mano, y más ahora en la pandemia? ¿Cómo llegar a las clases medias con ese tema descentrándose de las periferias urbanas? Acuña tiene una base nacional de poder, aunque no es el candidato ideal. Quizás la organización sea su fuerte, pero es insuficiente.
Hernando de Soto siempre fue, por sí solo, un partido con programa y doctrina, pero debería acelerar. Para ser candidato hay que ser activo en las causas del momento, estar donde está el movimiento y ser rápido para la posición y la respuesta.
Cerca, quizás Rafael López Aliaga sea asociado a su entorno religioso y a posiciones provida en ciertos sectores progresistas de la clase media. ¿Pero saben que el Perú profundo y pobre que no está en el Facebook de los intelectuales, no es progresista ni que sus valores son tradicionales, religiosos y conservadores? ¿Qué dirían en una provincia de Puno si escuchan hablar de una agenda antifamilia y laica desde Lima? Allí estaría su público, aunque suene extraño. Es un millonario self made man; pero muestra una imagen unidireccional porque la prensa lo lleva a ello en la capital. Los medios parecen obsesionados con sus posiciones morales; pero lo recuerdo en una charla en 2016 hablando de su libro Oportunidades de inversión en el Perú. Era una propuesta social, económica, geográfica para salir de la pobreza, a tal punto que su modo de hablar para referirse a especificidades y potencialidades del país se parecía al de Barnechea. Solo que no le preguntan.
No hay candidato malo, cada uno tiene una peculiaridad. Lo único temible es que el Perú se enganche al chavismo. Así que quienes distan de Maduro, sepan qué marcar y qué no.