Debemos frenar las falsedades ideológicas que intenta imponernos el aparato gubernamental
Pareciera que una errada lectura de la coyuntura política estuviese llevando a muchos políticos o ciudadanos a considerar que los problemas de inoperancia y tozudez del Gobierno están en los funcionarios que asumen la conducción administrativa. El obstáculo no lo constituyen los ministros, sino la ideología de Perú Libre, que un grupo reducido de personajes –desfasados de la realidad, y con limitadas capacidades de gestión– va imponiendo a fin de lograr objetivos básicos que les posibilite “transformar” la actual situación del país en función de intereses alejados del bienestar de los pobladores. Allí están las medidas que vienen ejecutando, desmantelando por un lado la institucionalidad democrática; y por otro, minando la conciencia ciudadana al destruir lo poco que nos queda de valores, implementando la mentira, irresponsabilidad e inseguridad para liquidar lo que como esperanza de un mejor futuro aún queda en muchos peruanos.
Y es que la ideología no es un asunto para ignorarlo, Paulo Freire nos recuerda que “En el fondo la ideología tiene un poder de persuasión indiscutible. El discurso ideológico amenaza anestesiar nuestra mente, confundir la curiosidad, distorsionar la percepción de los hechos, de las cosas, de los acontecimientos”. Tal vez allí podamos encontrar la explicación de que muchos ex militantes de partidos de izquierda democrática mantengan un silencio cómplice y conciliador, pues su formación y tránsito político tuvo en sus inicios el son del la lucha de clases, la toma del poder, la lucha contra la burguesía y la destrucción del Estado burgués para arribar al socialismo.
Una mirada al ideario y programa de Perú Libre permite visualizar su posición antisistema en la siguiente afirmación: “Somos un partido, que no solo cuestiona el centralismo forjado por los partidos de derecha, sino también la indiferencia de algunos partidos de izquierda capitalina que, con su neutralidad “democrática”, permitieron la consolidación del neoliberalismo en nuestra patria”. Van solos contra el mundo como “auténticos” marxistas, leninistas, maoístas, castristas… Entre sus propuestas más saltantes figuran la asamblea constituyente y una nueva constitución, asumiendo que: “La nueva CPP debe redactarse mediante una asamblea constituyente, la misma que debe concluir en el desmontaje del neoliberalismo y plasmar el nuevo régimen económico del Estado… El Estado debe estimular la creación de riqueza… a través de la economía popular con mercados”. Parámetros que, al decir de sus mentores, “han sido tomados de la experiencia gubernamental de la República Plurinacional de Bolivia y de la República del Ecuador, del gobierno de Morales y Correa, respectivamente”. Pretendiendo emular experiencias fallidas que sus propios ciudadanos las desechan.
Advertidos estamos todos los que no creemos en esa ideología, quienes nos ubicamos en el campo de la democracia o no compartimos su programa. Aún no es tarde para recordar a Benedicto XVI en su afirmación: “Una confusa ideología de la libertad conduce a un dogmatismo que cada vez se revela más hostil contra la libertad”. Son momentos de evitar que los árboles nos impidan ver el bosque; corresponde frenar las falsedades ideológico programáticas que intentan imponer utilizando el aparato gubernamental. Esperando que las instancias democráticas, como el Congreso, cumplan con su deber, quienes estamos comprometidos con el país debemos combatir con ideas, teniendo como bandera lo señalado por Pablo Neruda: “Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños”.