Propone socialismo en un país de capitalismo popular
En una entrevista pasada, Vladimir Cerrón reveló por completo las dos estrategias que desarrolla Perú Libre: la estrategia de gobierno y la estrategia de la toma del poder. Mao decía que había tres varitas mágicas en el proceso revolucionario chino: el partido, el pueblo y el ejército. En esa entrevista Cerrón deja por sentado que ya tiene el partido dirigente (Perú Libre) y apela al pueblo siempre; además –todo indica– cree que el Perú está en una “situación revolucionaria”. Solo un arrogante pequeño burgués podría ver semejante proceso.
No obstante todo lo anterior, el Cerrón de la entrevista vive en un Perú paralelo. ¿A qué vamos? Cerrón incide –según su óptica– en que el Perú pide una Asamblea Constituyente para cambiar por completo una Constitución que redujo la pobreza y ensanchó la clase media como jamás en su historia. No solo eso, por primera vez existe una sociedad de propietarios al margen del Perú formal y estatalista.
Cerrón, con aquella arrogancia del mesías rojo, cree que este Perú de mercados populares que se extiende a lo largo y ancho de la patria quiere socialismo. Cerrón quiere sovietizar un Perú de mercados populares, donde el triunfo del capitalismo popular ha sido como en ningún otro lugar en América Latina. Ni las experiencias de Chile, Brasil o Argentina se asemejan a lo que ocurrió en el Perú en estos últimos 30 años, porque aquí fue el mercado el que reconcilió a los dos países, el formal y el emergente, que se dividió desde la iniciación republicana. Hoy, hay nuevos barrios mesocráticos, nueva clase media y una nueva cultura económica.
¿Por qué Cerrón desconoce ese nuevo Perú de sociedades emergentes, de mercados populares? ¿Por qué Cerrón niega al mercado en el proceso de democratización de la sociedad? Cerrón, como un marxista leninista confeso, debería desarrollar las fuerzas productivas, tal como el viejo Marx alentaba, promover el capitalismo y la formalización de los mercados populares muchas veces ahorcados por las leyes regulatorias de un estado que cobra impuestos sin dar seguridad, educación o salud. Cerrón quiere volver al Estado que implosionó y llevó a la bancarrota económica nacional.
Todo indica además que Cerrón parte de la idea que la exclusión de una parte de las sociedad equivale a pobreza, y ello es absolutamente falso. Los mineros informales, excluidos por un Estado que ha subido la valla de leyes anti inversión para el capitalismo popular, apoyaron a su partido; pero pobres no son. Juliaca, Puno, las ciudades fenicias del sur, igual.
Cerrón quiere un país rojo, pero el Perú de mercados populares, de burguesías emergentes quiere un capitalismo al margen del Estado. Todo lo demás es ilusión.