Perú Libre accedió al gobierno tras un fraude avalado por varios partidos políticos
Como si los problemas del país fuesen ajenos, o si no hubiésemos participado en su asomo, muchos compatriotas, imitando al avestruz, optan por huir de sus responsabilidades ciudadanas, haciéndose los “suecos”, como criollamente se dice de quienes escapan de los problemas. Han transcurrido más de 45 días desde que Pedro Castillo y el partido de Vladimir Cerrón asumieron la conducción del país, periodo en el que muestran, por un lado, a modo de entretenimiento, una especie de confrontación al interior de su organización, llamando la atención a ciertos encandilados con el “lado bueno” del socialismo de antaño, quienes al santificar las acciones del presidente del país, vienen implorando el encierro del dueño del partido ; y por otro, como quien voltea la esquina para no ser ampayado, la sociedad Cerrón-Castillo con el guiño y asentimiento de aspirantes a la administración (empresa Vero-lagartic), van ubicando a personajes con claros antecedentes y vínculos con el terrorismo, en instituciones que juegan rol central en el funcionamiento del aparato estatal.
Conforme pasa el tiempo nos vamos dando cuenta de que no existen contradicciones irreconciliables al interior del partido gobernante, que solo se trata de poses cuyo objetivo es distraer la mirada al “asalto” del poder en curso, vía copamiento de cargos o responsabilidades. Los tenemos tras la apariencia de desgobierno en la propia Presidencia del Consejo de Ministros y sectores como Defensa, Interior, Poder judicial entre otros, personas en su mayoría ineptas y proclives por tanto a ser manipuladas y utilizadas en el logro de sus objetivos y en la ejecución de una propuesta programática orientada a institucionalizar un gobierno dictatorial y una economía de Estado. Para lo cual desarmar a la oposición, fingiendo un desorden, constituye una estrategia favorable; recordemos que tiempo atrás Sun Tzu en El arte de la guerra, subrayaba que “para conseguir despistar al enemigo, antes hay que planear un orden. Solo así se puede crear un desorden artificial. Al igual que si se quiere fingir cobardía primero hay que conocer la valentía y, si se pretende aparentar debilidad, antes hay que conocer la fuerza”.
Pareciera que nos estamos olvidando que Perú Libre accedió al gobierno tras un fraude avalado con la complicidad del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), acompañado del apoyo de militantes o simpatizantes del Partido Morado, del Frente Amplio, de Juntos por el Perú, de Somos Perú, de Podemos Perú, de Renacimiento Unido Nacional, de Todos por el Perú, de Unión por el Perú, de Victoria Nacional, del Partido Nacionalista, de Perú Patria Segura y de Vamos Perú. La mayoría de esos partidos perdieron su inscripción por no llegar al 5% de apoyo electoral.
Esta vergüenza no puede ser ignorada ni mantenida en silencio, pues hacerlo sería asumir una complicidad histórica e imperdonable y obviar el daño causado al país cuyo curso recién se inicia. Algo que debemos considerar es que históricamente está comprobado como indicaba Cornelio Tácito que “el poder conseguido por medios culpables nunca se ejercitó en buenos propósitos”.
Es momento de mostrar nuestro descontento y no cejar en la defensa de la democracia, admitiendo con Víctor Hugo que “la aceptación de la opresión por parte del oprimido termina en una cierta complicidad; la cobardía es consentimiento. Hay una solidaridad apreciable y una vergüenza compartida entre el gobierno causante del mal y el pueblo que lo tolera”. Dejemos de ser cómplices… la historia nos convoca.