Economía peruana sufre hoy un cuadro megarrecesivo
Esta vez les llegó su turno a las cuentas externas. Esos indicadores que hacen las veces de espejo implacable de lo que nos está pasando. Conversaré con ustedes sobre valores anualizados de cinco variables para capturar ciertas tendencias inquietantes de la economía nacional en estos lúgubres tiempos. SÍ, estimado lector, por más que me gustaría vestirme de color esperanza (como un cantor de la alicaída Argentina), un manejo económico muy errado y las descompensaciones políticas locales ya tres meses atrás nos venían pasando la cuenta con una rapidez inusual.
Note que esta discusión no incorporará los últimos sucesos asociados a la vacancia por corrupción; ni la efímera presidencia del señor Merino. Estos hechos están complicando el escenario económico mientras usted lee estas líneas. Pero no se inquiete. No escribiré un párrafo sobre lo que anticipo que viene. Me enfocaré solamente en la evolución de las cuentas externas peruanas hasta septiembre pasado, unos pocos días antes de la elección del primer presidente de discurso socialista en los Estados Unidos de Norteamérica.
El primer cuadro que les presento nos muestra una economía en severa compresión (ver Figura Uno). Con una brecha externa que se va cerrando de la manera menos conveniente posible, vía la caída simultánea del consumo e inversión privados. Ambas, por efecto de las políticas gubernamentales y a pesar de que los precios externos persisten favorables.
Tan drástica sería la contracción del consumo de las familias y de la inversión privada, con los flujos registrados a septiembre pasado, que ya resulta previsible un mayor deterioro de los niveles de vida de la población en los meses venideros. Es decir, una significativa elevación de la pobreza contemporáneamente (por efecto consumo privado); e tertemporalmente (por la caída de la inversión privada). Con menos inversión privada el crecimiento futuro se comprime también, y lo veremos, ceteris paribus, en todas las regiones del país. En este recorrido no ayuda tampoco agregar el efecto de la contracción de los influjos de capitales privados en la cuenta financiera de nuestra balanza de pagos (Figura Dos). Como en los años setentas y ochentas, el ingreso de recursos financieros privados se va haciendo virtualmente nulo. Ya son cercanos a cero en términos netos y su tendencia transita hacia valores negativos, de retiro significativo de capitales.
Con estos pesados aires no resulta casualidad que el sol se devalúe en forma significativa. Además de las expropiaciones indirectas de la dupla Ejecutivo-Legislativo (y la significativa reducción del fondo por trabajador afiliado en las AFP), esta devaluación de la moneda local (ver Figura Tres) reduce tanto el valor de los recursos de larga maduración en el sistema financiero cuanto el poder de compra de las pensiones de millones de peruanos en los sistemas privado y estatal.
No nos confundamos. Estas cifras no llegan por el impacto de la pandemia china. El Perú sufre hoy un cuadro megarrecesivo por los severos errores gubernamentales 2018-2020 y por la corrupción e impericia de su clase política. Las cuentas externas aquí dibujadas reflejan meridianamente eso. Y frente a ello, descartemos las fobias o lo emocional. Los pueblos no solo tienen los gobernantes que se merecen, sino también pagan por los desarreglos económicos que estos generan.