El ideólogo del Frente Amplio chileno
Carlos Ruiz –fundador de La Surda, ideólogo del Frente Amplio chileno y candidato a constituyente– viene predicando con insistencia que en Chile existe un abismo entre la política y la sociedad. “Pero la sociedad está de vuelta. No hay vuelta atrás… es un tiempo de preludio”, ha escrito hace unos meses (Octubre chileno. La irrupción de un nuevo pueblo, 2020).
A juicio de Ruiz, el octubre chileno resulta incomprensible sin una dinámica de formación de nuevos actores sociales, sin ‘un enjambre de coordinadoras’, (para utilizar su lenguaje). Es que “la nueva multitud exige una nueva expresión política”. Nótese que este sociólogo emplea el término ‘multitud’, siguiendo las aguas populistas de la lógica revisionista posmarxista de Ernesto Laclau
La sociedad como espacio de construcción de un contrapoder anticapitalista
Una de sus hipótesis es que en el horizonte descrito tendrán que madurar nuevos liderazgos políticos. “Una izquierda del siglo XXI tiene ahí su hora”. “La crisis actual requiere de una expansión de la esfera política” y de “una idea de democracia” “que se reclama como autodeterminación de la sociedad”.
“El espacio de trabajo principal es la sociedad”. Ello le ha inducido a “repensar una estrategia de cambios sociales”, “un dilema del presente para ubicar los pasos inmediatos en el desarrollo de una fuerza social, de un trabajo en el seno de la sociedad misma”. “La concepción de una nueva sociedad es tarea de una fuerza social, no de un partido político”. “Claro, supone acumular poder también en el Estado, aunque el centro del trabajo sea la sociedad completa”.
Ruiz se ha esforzado además por imprimirle a la lucha política una perspectiva que vaya más allá de la mera sobrevivencia y de los cálculos electorales de corto plazo. Como si fuera ‘el gran brujo de la tribu’ se anticipó al escribir que: había “un riesgo de distracción para las fuerzas emergentes, que puede repercutir en dificultades y fragmentaciones en el Frente Amplio (FA)” (Octubre chileno). Si algo distingue a Ruiz de otros personajes de izquierda es su rigor analítico, lo que le ha permitido ser escuchado más allá del círculo de sus acólitos.
El objetivo del proyecto ruiziano: acorralar al neoliberalismo y avanzar hacia la crisis del régimen
Hace años, entrevistado por Luis Klener Hernández, –después de señalar que la lucha democrática no está reducida a los componentes políticos de la noción democrática–, afirmó: “creemos que los elementos sociales de la democracia tienen una posibilidad anticapitalista, de alguna manera retomamos las ideas fundacionales del socialismo”. A continuación expresó: “por eso, planteamos gestar la crisis de la democracia antipopular y deslegitimar las formas políticas que pactaron la transición a la democracia. Aspiramos a construir un contrapoder que empiece a orillar las formas de poder instituido. Eso nos permitirá avanzar hacia la construcción de una crisis política del régimen actual. Ese es el objetivo por el que se moviliza este proyecto”. Fue la respuesta de Carlos Ruiz a la pregunta: ¿en concreto, qué tipo de sociedad plantean? (revista Punto Final, Nº 519).
Creemos que hay una fuerza social que es la única garantía histórica posible de que la nueva sociedad pueda ser realmente nueva. Iniciamos desde abajo una disputa por acorralar las formas capitalistas de organizar la sociedad… Nosotros decimos ¡la socialdemocracia no existe!, y creo que es uno de los cadáveres no reconocidos de la caída del Muro de Berlín. Los que gobiernan Chile no son socialdemócratas, son sencillamente neoliberales.
Mal presagio sobre el destino de la apuesta original
Noam Titelman, otro de los fundadores del Frente Amplio, ha reconocido que “pensábamos que era posible cambiar el tablero y montarse sobre una fractura del sistema político chileno”, (la grieta entre el mundo de la continuidad y el de la renovación). La idea era no tener que optar entre una de esas alternativas”. Su juicio ante la crisis de conducción y el desbande que está afectando al FA, es categórico: “Lo que acaba de ocurrir es el fin de la apuesta original del Frente Amplio; y posiblemente, de la tesis fundacional de Revolución Democrática”. (The Clinic, Nº 853, 17 de diciembre de 2020).
El ideólogo Carlos Ruiz por su parte, continúa pensando que ‘su proyecto histórico’ está vivo y no ha muerto. Para él, como lo dijera en una entrevista, “lo decisivo es consolidar la construcción de las (nuevas) fuerzas que han emergido desde 2011, para impedir que nos destruyan”. Aunque antes, de modo nostálgico, expusiera que “la izquierda del siglo XXI debe recuperar a Allende y a Gladys Marín, pero además debe construir sus propias banderas de lucha”. (Punto Final, Nº 853, junio de 2016). ¿Qué banderas? ¿Las mismas que el Partido Comunista, su actual aliado, ha agitado durante un siglo?
¿En qué momento se extravió ‘la buena nueva’? ¿Será que ahora sí importan los cálculos electorales y la sobrevivencia?