Dos propuestas de políticas que ayudarán a lograrlo
La atención y preocupación del momento es, qué duda cabe, la definición pendiente de quién finalmente será proclamado presidente para el periodo 2021-2026. Algo que ya está generando serias dificultades a la economía nacional por la incertidumbre y desconfianza que, en particular, ha suscitado el candidato del grupo político Perú Libre por el programa (ideario) de gobierno presentado al Jurado Nacional de Elecciones (JNE). Y no obstante que se ha intentado moderar ese programa, a través del “Plan para el bicentenario”, preparado para la segunda vuelta electoral. Sin conocer al momento de escribir este artículo quién será declarado ganador por el JNE, la intención es señalar que cualquiera sea el vencedor, esperemos con absoluto respeto al voto y, por tanto con total legitimidad. El gobierno que acceda al poder tendrá, en lo inmediato, que definir cómo generar empleo, dado que en nuestra opinión, por la crítica situación de la economía (y como tal de las oportunidades de empleo), no contará con el periodo prudencial de pausa que tradicionalmente se da al gobierno que asume las riendas del país.
Siempre afirmamos que la pobreza, que lamentablemente abarca actualmente alrededor de 10 millones de peruanos (30% de la población), es al final un problema de carencia o insuficiencia de ingresos. Un problema que se produce por las muy limitadas oportunidades de empleo adecuado, además del alto subempleo e informalidad, temas estos últimos que hemos analizado en otros artículos publicados en este portal. Estos problemas se agravaron progresivamente en la década pasada, y se profundizaron en los últimos cinco años, por el deficiente manejo de los gobiernos de turno; resaltando el pésimo manejo sanitario y económico para enfrentar la pandemia.
Todos los peruanos, pero en especial los que viven en condiciones de pobreza, lo que esperan del nuevo gobierno es que enfrente y resuelva desde el inicio el agudo problema del empleo. Es algo imprescindible e impostergable, que requerirá actuar en un ambiente de menor incertidumbre y desconfianza que no necesariamente tendrá un eventual gobierno de Perú Libre, por las razones anotadas al inicio.
Dentro de las múltiples políticas y acciones que pueden aplicarse desde el 28 de julio para generar empleo resaltamos dos. La primera es facilitar a las empresas existentes, que producen para el mercado interno y externo, operar a plena capacidad instalada, dado que por los aforos y restricciones aplicadas como consecuencia de la pandemia, probablemente la mayoría no lo están haciendo (dependiendo, por cierto del sector productivo en que se encuentren). Flexibilizar las normas establecidas para luchar contra la pandemia del Covid-19 permitirá de inmediato aumentar la demanda de empleo.
A ello habría que adicionar la creación o expansión de líneas de crédito para capital de trabajo, a la par que se debe facilitar al sistema financiero y a las Administradoras de Fondos de Pensiones la reestructuración o el fraccionamiento de las deudas pendientes. En la misma dirección, se debe permitir que ciertos organismos públicos, como la Sunat y los gobiernos locales, establezcan esquemas idóneos para viabilizar a las empresas que honren sus deudas. La situación que enfrentan las empresas que han podido mantenerse –pues muchas han quebrado y salido del mercado– es muy compleja y difícil, por lo que corresponde crear y aplicar medidas ingeniosas que coadyuven a que amplíen sus operaciones y generen más negocios y empleos para que puedan pagar sus deudas.
La otra acción fundamental para crear empleo es dinamizar la inversión pública y privada. Pero teniendo siempre presente que es esta última la más relevante, pues explica aproximadamente el 80% de la inversión total; y que parte de la inversión privada, cerca del 20% de ella, está cubierta por capitales extranjeros que generalmente vienen acompañados de tecnología de punta.
La inversión y el aporte tecnológico favorecen además el aumento de la productividad-competitividad, fundamental para incrementar el crecimiento potencial del país y estar inmersos así en un círculo virtuoso inversión-empleo. Al respecto debe mencionarse que en el ranking de competitividad del 2021 del Institute for Management Development el Perú está entre los seis peores países (puesto 58) de un total de 64 considerados para el estudio, retrocediendo seis posiciones con respecto al ranking del 2020.
La actual cartera multisectorial de proyectos productivos y de infraestructura, y las múltiples posibilidades de que surjan nuevos por diferentes factores favorables al Perú garantizan el permanente incremento de oportunidades de empleo. No solo para hacer efectiva la recuperación de los empleos perdidos en los dos últimos años –quedan pendientes alrededor de 600,000–, sino también para absorber a los nuevos trabajadores, que en el orden de 270,000 se incorporan anualmente al mercado de trabajo. Gran parte de lo que corresponde hacer para materializar la ejecución de los proyectos en marcha y programados está en el ámbito del sector público a nivel nacional, regional y local; resumido en diseñar y ejecutar procesos simples y desburocratizados a la par con eliminación de trabas y barreras existentes. Una tarea fácil, al parecer, pero que no ha sido posible concretar, pues el gran problema a resolver es la ineptitud e incapacidad de los gobiernos de turno. Además de la corrupción, que se ha querido encubrir achacándolo al sistema de economía social de mercado, al “modelo liberal”.
Medidas de una magnitud y complejidad mayor en pro de la inversión como reformas estructurales –tales como la del propio Estado, la laboral y tributaria– tendrán que hacerse realidad, pero requerirán más tiempo pues además será necesaria la participación del Congreso. Por supuesto que por encima de todo esto está el imperativo de respetar el imperio de la ley y la propiedad privada.
El reto es mayúsculo, pero alcanzable si cabalmente se ejecutan las políticas y acciones convenientes de manera oportuna, algunas de las cuales han sido mencionadas brevemente en este artículo. Además, la crítica y angustiosa situación económica que enfrentan muchas familias a nivel nacional y la efervescencia reinante, azuzada en gran medida por mezquinos intereses políticos, demandarán una rápida, eficiente y eficaz acción del próximo gobierno, cualquiera que sea.
Empero, todo esto puede quedar en un buen deseo si no se logra eliminar o al menos atenuar la incertidumbre y desconfianza que existe no solo a nivel nacional, sino también internacional. En la conformación del equipo ministerial y de los designados para hacerse cargo de los organismos claves, pero en particular del mensaje al país del nuevo presidente en la toma de mando, descansa la posibilidad de lograrlo.