Y niega la posibilidad de que los privados importen vacunas
Días atrás, el presidente Francisco Sagasti manifestaba que le resultaba incomprensible la conducta de la Dra. Pilar Mazzetti, ex ministra de salud en tres gobiernos (Alejandro Todelo, Martín Vizcarra y el actual), quien señaló que sería la última en vacunarse por ser la responsable del sector. Sin embargo, ya lo había hecho, mientras el cuerpo médico, que forma parte de la primera línea de combate contra el Covid-19, seguía esperando.
Ahora está ocurriendo algo similar. Sagasti cuenta con el ofrecimiento del sector privado, que quiere vacunar a sus trabajadores y familiares directos. Esto contribuiría decisivamente a lograr dos objetivos: a) Que el proceso de vacunación avance lo más rápidamente posible para que haya menos casos de pacientes que lleguen a las emergencias de los centros de salud (públicos o privados); por lo tanto, que se salven más vidas. b) Que el personal inmunizado de las empresas empiece a reactivar la economía del país.
No obstante, la decisión del Ejecutivo es cerrar las puertas a esa posibilidad, lo cual resulta tan o más incomprensible que la conducta de la Dra. Mazzetti, porque significa que la negación es consciente ¿Realmente considera Sagasti que si algunos tienen dinero para adquirir la vacuna es mejor que todos esperen a que el Ministerio de Salud inocule a toda la población? Lo cual, al ritmo que avanza el proceso de vacunación, podría tardar más de un año, con el consecuente número de víctimas mortales.
Al respecto, existe un número de vacunas creciente en el mercado internacional porque la producción no se ha detenido. Por lo tanto, autorizar a los privados a importar vacunas para su personal no representa un riesgo de acaparamiento ni de especulación. En todo caso, la responsabilidad de que haya suficientes vacunas corresponde al Ejecutivo liderado por usted, Sr. Sagasti.
El sector privado quiere que el mayor número de peruanos sea inoculado en el menor tiempo posible para que los centros de salud se descongestionen y su administración esté en mejores condiciones para hacer frente a la emergencia sanitaria. Sin embargo, si usted cierra las puertas a esa posibilidad, el número de enfermos que lleguen a los hospitales será mayor, por la necesidad de millones de peruanos que trabajan en la informalidad y que requieren generarse su propio sustento.
Es importante reactivar el aparato productivo porque es el que dinamiza la economía y participa del intercambio comercial con el resto del mundo; lo que hace posible que el estado disponga de divisas para importar –entre otros– las vacunas y plantas de oxígeno que la administración gubernamental no logra adquirir. Y de las que la ciudadanía se provee gracias a su propia capacidad e inventiva organizativa, convocando a las iglesias y al sector privado, más allá de que los aportantes sean grandes o pequeños.
La pandemia le representa al país un gran costo social y económico. Más de 100,000 fallecidos adicionales registra el Sistema Nacional de Defunciones con relación a los años previos al Covid-19. En adición, existen otros miles esperando un balón de oxígeno cuyo costo es mayor al de una vacuna; y en paralelo, existe una situación económica que ha retornado a la situación de pobreza y pobreza extrema a más de tres millones de compatriotas. ¿Ese es el legado con el que Sagasti desea pasar a la historia?