Crece la resistencia al fraude electoral
La interferencia del Poder Judicial en las decisiones del Congreso de la República no ha sido una buena idea. Pretender detener la elección de los miembros del Tribunal Constitucional (TC) –con mandatos vencidos– ha crispado aún más los ánimos de la oposición. Sectores importantes del 66% de peruanos que cree que hubo fraude electoral se manifiesta en las calles, dispuestos a llegar hasta el final. ¿Cuál es? Lo sabremos pronto.
A los comunistas les resultó fácil intimidar a un grupo de parlamentarios elegidos durante la gestión de Martín Vizcarra, después de cerrar el Congreso de la República. Ahora se confirma por qué el referéndum de Vizcarra sirvió para eliminar la reelección de congresistas: para elegir representantes sin expertise y convicciones políticas, sin conocimientos sobre su responsabilidad parlamentaria y que no entienden los límites de los poderes del Estado. Los congresistas no están sometidos a mandato alguno y no pueden ser llevados a procesos judiciales por el ejercicio de su representación. El Parlamento es un foro político y sus deliberaciones –en un Estado de derecho que se respete– no pueden ser judicializadas.
El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) tendrá que pensarlo más de una vez antes de soltar al toro y consolidar el fraude electoral sistemático en primera y segunda vuelta. En el frente interno las calles son tomadas por multitudes libres. Hasta donde sabemos, dispuestos a lo que sea con el fin de preservar la democracia y la libertad. El sábado pasado un grupo llegó hasta casi las puertas de Palacio de Gobierno. “Puede pasar cualquier cosa”, ha señalado Ántero Flores Aráoz. ¿Cuánto tiempo estarán en las calles?, preguntamos. Todo el tiempo necesario, respondieron.
En el frente externo la comunidad internacional fue notificada sobre las intenciones verdaderas de Vladimir Cerrón, Pedro Castillo y su triunfo electoral tramposo. Desde España, Mario Vargas Llosa señaló, sin tapujos, la posición del gobierno de Francisco Sagasti y las instituciones electorales: tomaron partido por Castillo, parcializados con el comunismo. Si el escritor –liberal convicto y confeso– promueve las libertades en el mundo, con mayor razón en su país.
Si el profesor Castillo es proclamado presidente deberá saber cómo mantener su supuesto triunfo. No bastan los machetes cajamarquinos ni las intimidaciones sincronizadas contra la oposición, por parte de los organismos estatales tomados por los socialistas. Los comunistas provincianos han anunciado bajar a Lima a defender al profesor Castillo en las calles. ¿Tendrán las fuerzas suficientes para defender la ilegalidad e ilegitimidad de la elección?
Las Fuerzas Armadas, que no son deliberantes, ¿se pondrán de perfil o actuarán, como esperan ciertos sectores ciudadanos, contra los delitos electorales cometidos? Mientras tanto, algunos “cortesanos” como el alcalde de La Molina, Álvaro Paz de la Barra, y mercantilistas de cámaras de comercio provincianas rinden pleitesías a la persona equivocada. ¿Vinculándose al verdugo en caso de lo que pueda suceder más adelante? ¿Pendencieros abordando el coche del supuesto ganador?
La resistencia al fraude crece dispuesta a no convalidar la farsa electoral. La indiferencia se acabó. La mecha encendida puede provocar explosiones de magnitud considerable. ¿Las calles tendrán la última palabra? Finalmente, después de tanta incertidumbre, ¿el “equilibrio estratégico” –igualdad de fuerzas– anunciado en los ochenta en los muros de las calles por los terroristas de Sendero Luminoso definiría la elección del Bicentenario? ¿Las fuerzas democráticas superiores a los votos falsos? No sabemos. Una cosa son las buenas intenciones que conducen al infierno y otra mojarse en medio del chaparrón. De usted depende hacer prevalecer la voluntad popular.