Nuestra capital se acerca al medio milenio de fundación española
Se viven momentos difíciles en nuestro Perú. Una crisis política y social que en buena parte se configura como un desborde de cuestiones que no hemos querido o no hemos sido capaces de enfrentar a tiempo. Eso tuvo el efecto de dejarlas debajo de la alfombra. Hoy nos interpelan. Parte del costo de nuestra inacción es haber permitido que ciertos grupos ideologizados hayan capturado sobre todo los espacios rurales del Sur Andino para alimentar su falaz proyecto “revolucionario”. Una de las muletillas emocionales que utilizan esos grupos de izquierda “étnica” es culpar a Lima y a los limeños de todos sus males. Volveremos a este punto en algunas líneas.
La Ciudad de los Reyes, la tres veces coronada villa, la ciudad de los balcones, la capital del Perú. Muchas formas de referirse a nuestra ciudad que hoy cuenta con cerca de 12 millones de habitantes y ocupa la cuenca fluvial más importante de la desértica costa peruana: Chillón, Rímac y Lurín abren (abrían) un espacio natural que rápidamente llamó la atención de los primeros españoles que llegaron a explorarla. En ese entonces había cuatro cacicazgos o señoríos que dividían la administración del territorio: Carabayllo, Maranga, Surco y Pachacámac. Según Porras Barrenechea, el triple valle era la despensa de frutales en la época. Hasta hoy podemos ver los vestigios de una gran red de canales que esparcía agua de riego y consumo humano en todo ese territorio ¿Sabían que debajo de la avenida Tingo María, en Breña, circulaba el riachuelo del mismo nombre en donde hasta los años 50s, la gente iba a lavar su ropa allí porque el caudal era propicio para eso? El riachuelo pasaba por el centro ceremonial “Mateo Salado”, del cacicazgo de Maranga.
Lima llegó a ocupar un lugar estelar entre las urbes más notables, durante el apogeo del gran imperio español, la segunda mitad del siglo XVII y gran parte del siglo XVIII. El reino del Perú era uno de los territorios más importantes del imperio. En el llamado proceso de “Independencia”, a inicios del siglo XIX, el imperio en el que no se ocultaba el sol ya había entrado en franca decadencia. En la península ibérica, estaban más preocupados en defenderse de las hordas napoleónicas. Cada reino del imperio se defendía como podía de la pérfida Rubia Albión, desde Europa nunca llegaron ni pertrechos ni refuerzos. En los reinos españoles de América, tuvimos una guerra civil para dirimir el destino de nuestros pueblos. Se debía elegir entre monarquía local o república. Eso fue.
Las nacientes repúblicas hispanoamericanas han terminado siendo experimentos fallidos. Luego de 200 años y más, no hemos sido capaces de enfrentar con éxito el reto de generar bienestar y paz para nuestros pueblos. La arremetida de afiebradas pseudo-ideologías “originarias”, solo hacen eco al viejo sueño de la extrema izquierda: su paraíso en la Tierra, sometiendo “por su bien” a ciudadanos que se convierten en siervos y prisioneros de un zoológico humano. Hemos de resistir el embate de los violentistas ideologizados.
En este contexto, la falsa narrativa de señalar a Lima como origen de todos los males que sufre ese Sur Andino rural debe ser denunciada y combatida. Esa visión de identificar un “dios del trueno” que sea culpable de las tempestades, es absurda pero relativamente exitosa entre “las confundidas gentes”. Nuestro “modelo” sigue siendo sobre todo espontáneo. Hemos aprendido a hacernos espacio en aguas turbias y agitadas. Lima generosa, ha acogido a millones y millones de inmigrantes que llegan desde todo el Perú. En su lógica espontánea, les ha brindado la oportunidad de un espacio (negado por el Perú “oficial”) en el que esos millones, con mucho esfuerzo, dedicación y talento, han logrado llevar adelante su plan de vida.
Lima no es el Perú, pero el resto tampoco es el Perú. Todos somos el Perú. Nuestro Perú. Pero eso sí, Lima acoge y despliega esa gran diversidad de nuestra gran nación. Esto no quiere decir que los problemas se hayan extinguido y que nuestra megalópolis sea un edén. Todo lo contrario. En medio de sus conflictos y contradicciones, nuestra Lima sigue adelante y procura mejoras objetivas en la calidad de vida para sus habitantes. Se acusa a los “limeños” por mantenerse ajenos a lo que sucede en el resto del Perú. Bueno, el 80% de los “limeños” son provincianos o de primera generación en la ciudad. Hasta pensaría que ese 80% queda corto ¿De qué hablamos entonces cuando la extrema izquierda quiere traficar con el relato del odio hacia Lima y los limeños? Enfrentemos también la batalla cultural y mediática contra ese relato barato, infame y falaz de creer que los “limeños” somos culpables del momento actual. Hay culpables, por supuesto, pero tienen nombre propio y tomaremos cuentas. Pero el compromiso es de todos nosotros para enfrentar los problemas del Perú. Aprovechemos este espacio de reflexión para saludar el aniversario 488 de nuestra Lima. Cerremos con los versos del poeta y músico popular, Augusto Polo Campos: “Lima mi hermosa Lima, quiero que sepas que donde voy, siempre será mi orgullo, decirle a todos limeño soy”. De primera generación, con ancestros mochicas, wankas y vallisoletanos. La fuerza de nuestras raíces andinas e hispanas estará siempre con nuestro Pueblo. Nuestro crisol se completa con otras etnias europeas, también con árabes, judíos, africanos y asiáticos. Todos ellos enriquecen nuestro mestizaje ¡Viva nuestra Lima! ¡Viva el Perú!