No deben caer en el “voto egoísta”
He trabajado y trabajo con jóvenes por muchísimos años. Comprendo y me identifico con aquellos que reclaman –con verdad y justicia– un cambio. Sin embargo, a lo largo de mi vida universitaria no se me ha ocurrido ni adoctrinar ni condicionar pavlovianamente conductas. Sí acompañarlos en el descubrimiento del conocimiento, en la búsqueda de evidencias y en el desarrollo de su pensamiento crítico. Robándome unas palabras de Eric Carle –traídas a mi mente hace poco por Graciela Álvarez– cito: “Los niños necesitan esperanza. Tú, pequeña oruga insignificante, puedes crecer en una hermosa mariposa y volar al mundo con tu talento”.
Talento y pensamiento crítico son palabras que se evocan recíprocamente en circunstancias electorales. Pues abdicar de ambos términos, dejarse ganar por las narrativas que nos plantean ´buenos´ y ´malos´, significa poner en suspenso nuestro criterio personal, eludir la responsabilidad del voto y banalizarlo. Por ese camino es fácil caer en lo que yo llamo ´el voto egoísta´. Aquel que ejercemos pensando únicamente en gratificarnos personalmente, aun cuando sepamos que ese voto habrá de perjudicar a miles y miles de jóvenes que no gozan de mi privilegiada situación.
Debo decir que no me gusta la expresión ´mal menor´ que se suele emplear para uno u otro de los candidatos. Dado que ello significa una innecesaria agresión a priori y una enunciación que pone de manifiesto una supuesta superioridad profesional y moral de la que acaso carecemos.
Los debates técnicos, las encuestas y nuestra propia observación objetiva coinciden en que una de las candidaturas posee no solo una más sólida y viable propuesta económica, sino también un equipo de gestión capaz de viabilizarla con la urgencia que el país requiere. Y es claro que sin una economía bien manejada de nada valdrán nuestros reclamos por salud, educación y seguridad; para afrontar de veras los problemas medioambientales y menos para favorecer el empleo. Si con anterioridad no hay un manejo serio y profesional de la economía que garantice recursos, estamos en el mundo de la demagogia populista. Promovida más bien por la improvisación.
Hablábamos del voto ´egoísta´. Si se impide la libre importación ¿hemos pensado acaso de qué vivirá toda nuestra población informal ambulatoria que precisamente lleva un pan a su casa vendiendo productos importados? Y pensando en puridad, ¿acaso ese voto egoísta no podrá volver contra el propio joven que lo emite, pues al dejar de venir marcas y productos extranjeros habrá menos empleo para ellos mismos?
Cierto es que la pobreza condiciona el ejercicio de la libertad. Pero el totalitarismo y el asistencialismo la eliminan; y con ello la esencia de la dignidad humana.
Como no me gustan las hipócritas expresiones ´paso al costado´, ´ponerse de lado´ o ´pasar la página´, es mi deber no solo realizar estos breves comentarios sino señalar que asumir un cargo sin cumplir con las competencias y capacidades que el cargo exige es ya un acto de corrupción.