Siempre ha sido la mejor estrategia de defensa
Recuerdo una película en que un abogado increpa airado a su defendido por haber admitido su culpa. “¡Cómo se te ocurre admitirlo!” aulló el abogado. “Pero ella lo sabía todo. ¿Qué más podía hacer?” tartamudea el defendido. “¡Negarlo todo!” bramó el abogado. Contrariado, el cliente añadió “¿Cómo podía negarlo si ella me acusaba con la mayor convicción?”. El abogado lo miró con furia y sentenció: “¡Frente a la mayor convicción existe el mayor cinismo!”.
Sospecho que esta escena se repite muchas veces en la vida real, como parte de la estrategia de defensa. Pero también existen personas que poseen el cinismo como uno de los componentes fundamentales de su personalidad. El mundo está lleno de ellos. Y lo peor es que esta clase de personajes inunda la política y tienen la astucia y habilidad para trepar a los más altos cargos.
Negarlo todo es siempre la mejor estrategia de defensa. Incluso cuando existe un video que lo muestra recibiendo dinero o un audio que delata su fechoría. “Está editado” y “Me han sacado de contexto” son excusas básicas para despertar dudas. Nunca está de más alegar que se trata de audios o videos obtenidos ilegalmente. Es un buen contraataque para convertir a los acusadores en delincuentes y hacer que las luces se dirijan a ellos. También se puede jugar al rol de víctima de una confabulación. “Los corruptos me quieren fuera” es una frase repetida por varios de nuestros luchadores anticorrupción. Son como esos pastores que predican la moral pública y luego terminan acusados de ser unos pervertidos.
Y es que no hay mejor estrategia que la de erigirse como el superhéroe de la lucha contra los corruptos y defensor de la moral. No tiene pierde. Y no hace falta hacer nada más que hablar. No es tarea del presidente luchar contra la corrupción. Al contrario, suelen ser los presidentes los que generan la corrupción. Pero siempre da muy buenos resultados salir al balcón a denunciar a los corruptos y prometer llevarlos presos. Es lo que le gusta oír a la gente. ¿Qué ha hecho en concreto Martín Vizcarra en su tan mentada lucha contra los corruptos? ¡Nada! Solo ha usado ese discurso para el circo político. Es un showman de la lucha anticorrupción, como lo fueron tantos otros antes que él, y que hoy esperan sentencia.
¿Y qué hará el señor Presidente ahora que los casos de corrupción empiezan a brotar como hongos a su rededor? Ahora que sus ex amigos sacan los muertos del closet y sus ex socios empiezan a desenterrar los cadáveres. ¡Negarlo todo! Minimizarlo: “es un refrito”. Asegurar con total frialdad que “eso ya fue investigado y archivado”. ¿O no fue archivado el caso Madre Mía? ¿No desapareció mágicamente el expediente completo del Capitán Carlos? ¿No quedó en nada la compra de testigos? Como quedó en nada el caso de las firmas falsas de Toledo, con sus testigos y otros involucrados desaparecidos de la faz de la tierra. Casos que se archivan rápidamente mientras que otros se mantienen abiertos por más de treinta años, como El Frontón.
“El juez se puede escoger” anotó Nadine en su agenda cuando no era nadie. Tal vez Vizcarra haya anotado en algún lado algo parecido. ¿Y por qué no? Casi todo se puede en provincias cuando se tiene un cargo público. Hay pueblos en donde casi todos son amigos, parientes o compadres. Vizcarra llevó a varios de ellos a Palacio, pero olvidó que Lima no es Moquegua y que ser presidente del Perú no es igual que serlo de una provincia modesta, pequeña, alejada e ignorada. Repartir cargos no le iba a asegurar impunidad perpetua.
Vamos a ver hasta dónde puede seguir negando las evidencias. Ni siquiera Toledo ha llegado al desliz de admitir culpa alguna en ningún caso. Parece que todos los acusados aún siguen al pie de la letra el consejo del abogado defensor: negarlo todo.