Ojo, pestaña y ceja con las artimañas de Perú Libre
Por su pasado y formación ideológica, Héctor Béjar era el Canciller ideal de Perú Libre y no de un gobierno soberano y democrático. Su nombramiento, ¿fue un acto de provocación, para evaluar la reacción de la oposición? ¿Óscar Maúrtua, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, encaja en el actual régimen? Para el congresista de Perú Libre, Guillermo Bermejo –investigado por vínculos con Sendero Luminoso–, “no puede representar a un gobierno de izquierda”.
El nuevo Canciller ha sido coordinador de la Comisión de Transferencia del ministerio de RR.EE. Ha señalado antes que las ideologías trasnochadas modifican constituciones y realizan elecciones amañadas para atornillarse en el cargo. Asimismo, se distancian de los tratados de libre comercio. ¿Qué hace, entonces, siendo parte de un sistema de gobierno que condena? ¿Suscribirá la salida de Perú del Grupo de Lima, foro constituido para defender la democracia y libertad, amenazados por ideologías totalitarias?
No obstante, el poder en desarrollo de Perú Libre continúa a pesar –según la oposición democrática– de no contar con políticos y profesionales con talla de estadistas. Y tampoco cuenta con personas con solvencia personal. Revisemos otra vez en que consiste el actual régimen.
1.- Perú Libre es un partido político marxista, leninista y mariateguista, y prosenderista por algunos de sus integrantes. Pedro Castillo ha organizado el Conare Sutep, vinculado al Movadef. Es mucha ingenuidad creer que será conducido al centro político.
2.- Sendero Luminoso no dejará el poder fácilmente. Su estrategia es seguir penetrando todos los niveles de la sociedad e instituciones para utilizarlos, incluyendo a las iglesias cristianas conservadoras. Si ha logrado “bases” luteranas, con mayor razón entre las rondas campesinas. Es demasiada inocencia o complicidad creer que los ronderos servirán para controlar la inseguridad ciudadana. Las rondas son la fuerza de choque de Perú Libre.
3.- El gobierno gana espacios y poder, mientras que el Congreso de la República no se atreve a enfrentar lo sustantivo del peligro: la patria socialista, un régimen extremista estancado en los años sesenta. Perú Libre necesita tiempo para consolidarse y acumular bases populares suficientes para defenderse en las calles. ¿Acaso contratando nuevos empleados estatales? ¿Acaso adoctrinando a los jóvenes que cumplirán el servicio militar obligatorio después de ser levados?
4.- La propiedad privada no existe en el ideario de Perú Libre. La meta es la desaparición de los medios de producción que ellos consideran «arcaicos».
5.- El partido de Vladimir Cerrón organiza las condiciones políticas y sociales necesarias para instaurar una patria socialista. Los medios de comunicación son un estorbo. Sus dueños perderán sus propiedades si no se ponen, al menos por un instante, en los zapatos de un activista comunista ideologizado.
6.- Las próximas elecciones locales y regionales tampoco serán el resultado de la voluntad popular. Perú Libre, con más poder y dominio, experimentará lo que señala Maúrtua: “elecciones amañadas para atornillarse en el cargo”. Las autoridades electorales en los gobiernos comunistas cumplen el libreto encargado. En Venezuela, los colectivos –las rondas de acá– se encargan de llevar a los electores a las mesas de sufragio y controlar sus votos.
Si las manifestaciones de la oposición se enfrían, será el primer síntoma de la caída del país. Mantenerse alerta es la principal tarea de la oposición democrática.
Crear confusión es parte del libreto comunista. Lo han logrado en el sur con relativo éxito. Los antimineros marxistas desarrollan relatos falsos sobre el cuidado del medio ambiente y la riqueza proveniente de los recursos naturales.
Además, la pandemia del coronavirus es un instrumento de popularidad y presión. Las personas que todavía simpatizan con Martín Vizcarra y Francisco Sagasti creen que fuimos librados de lo peor por las políticas de encierro medieval y las vacunas chinas, caras y de poca eficiencia.
Ni un milímetro de ventaja. Ojo, pestaña y ceja con las artimañas. El nuevo bono del Estado, ¿servirá para presionar por la instalación de la Asamblea Constituyente?