El significado de la lujosa cena de Cerrón y Morales
Un buen amigo una vez me aconsejó: ‘No asumas que el adversario es menos inteligente porque, si así fuera, no representaría una amenaza’. Esto se aplica perfectamente a los sucesos de los últimos días.
Vladimir Cerrón –un experimentado operador que no actúa por emociones desbordadas ni por ‘casualidad’– se reunió con Evo Morales para agasajarlo con una cena en el exclusivo restaurante limeño Costanera 700. Acto seguido, en su calidad de anfitrión, Cerrón lleva a Morales al restaurante Cala. Entre uno y otro evento, Evo se toma fotos frente al mar peruano, específicamente en el ‘exclusivo’ distrito de Miraflores. En las fotos Evo posa con las banderas del Tahuantinsuyo y de Bolivia. Coincidentemente, en las fotos figuran el mar al que Evo anhela y el distrito que, estereotípicamente, representa a la supuesta oligarquía que Evo combate.
Poco antes de la llegada del ‘comandante regional’ del chavismo en el Perú –es decir, Evo Morales– Vladimir Cerrón se aseguró de que las cámaras lo filmen llegando a la sede de Pedro Castillo, conocida como ‘la casa de Breña’, en un auto marca Audi que, para muchos, es un símbolo de lujo. La previsible reacción de distintos usuarios en redes sociales es un grito de protesta en contra de la inconsecuencia por parte de los pseudocomunistas, quienes profesan un odio recalcitrante en contra del libre mercado, mientras disfrutan de los más exclusivos lujos que este mismo sistema ofrece.
Es así que Indira Huilca respondió a un tuit del actor Paul Martin –quien, como muchos otros, cuestionó la exclusiva cena en Costanera 700– provocativamente preguntando si, acaso, ‘¿los indios no podemos comer en la mesa?’. Aparentemente Paul Martin habría pisado el palito… salvo porque no fue así: él fue rápido en responderle a Huilca, haciendo hincapié en que su comentario no iba en ese sentido, sino que se refería a los miles de soles que Cerrón le debe al Estado. Buen punto, Paul.
Pero. a mi entender, el tema va más allá. Cerrón es una especie de ajedrecista que mezcla movidas calculadas y precisas con otras aparentemente torpes. Por ende, ¿cuál era el objetivo de esta bien planificada movida de Cerrón y Morales? ¿Era solo un show de fuerza? ¿Una provocación para que la contraparte ‘pise el palito’, reclame ‘desigualdad social’ y así se fomente el conflicto violento que todo marxista-leninista anhela en el fondo de su corazón?
Cualquiera sea el caso, debemos profundizar en el análisis de este último disfuerzo binacional y posicionarnos un paso adelante, ya que el adversario nunca debe ser subestimado.