Los jóvenes tendrán dificultades para encontrar empleo formal
Cuando los precios de nuestros principales productos de exportación se encuentran al alza, por el superciclo de los precios de los metales, cabe preguntarse ¿cómo se justifica que la proyección de crecimiento para el presente año haya sido ajustada a la baja, pasando de 4.8% a un rango de entre 3.5% y 4%, según el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF)?
Sucede que cada punto porcentual de menor crecimiento tiene un impacto social muy significativo, porque representa una pérdida en la generación de oportunidades de puestos de trabajo, estimada en cien mil. Es decir, principalmente serán los jóvenes quienes tendrán dificultades para encontrar un empleo formal y, por lo tanto, se guarecerán en el subempleo, sin ningún derecho laboral. ¿Ese es el verdadero cambio hacia el cual quiere conducirnos la actual administración gubernamental?
Definitivamente, algo está fallando. Como sabemos, el principal producto de exportación nacional es el cobre, que en septiembre del 2020 tenía un precio promedio de US$ 2.80 por libra, y en la actualidad supera los US$ 4.50. El oro, otro metal importante para nuestra oferta exportable, se cotizaba en mayo del 2020 a US$ 1,500 la onza, y en enero del presente año alcanza los US$ 1,843 por onza troy. Es decir, registramos términos de intercambio favorables para crecer rápida y sostenidamente.
Sin embargo, a pesar del viento de cola favorable de la economía mundial, el Gobierno no es capaz de aprovecharlo para beneficio de los peruanos. En lugar de generar más confianza y convocar a la inversión nacional y extranjera para recuperar los niveles previos a la incertidumbre que generaron propuestas como el cambio de Constitución, el poder ejecutivo anuncia que planteará una demanda de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional, lo que vuelve a reafirmar las sospechas sobre las intenciones de la administración del presidente Castillo.
En tanto y en cuanto el Tribunal Constitucional debate y emita un dictamen definitivo, difícilmente algún inversionista se aventurará a confiar en un Gobierno que, en los hechos, sigue mellando la confianza. A eso se debe que la proyección de crecimiento para la inversión privada del MEF se haya ubicado en un rango de 0% a 2%, y no como anteriormente lo había manifestado su titular, que estaría por encima de 5.5%. Justificar esta caída en la inversión/confianza afirmando que se debe a que durante el 2021 esta variable tuvo un desempeño por encima de lo esperado parece ser lo menos adecuado.
Una cosa es que los indicadores de la inversión privada en el 2021 respondan al efecto rebote por la caída ocasionada por la pandemia del COVID-19 y la inútil cuarentena medieval que implementó el vizcarrismo en el 2020, cuyo resultado fue el peor desempeño sanitario del mundo por el número de muertes registradas (más de 200,000) y otra muy diferente es que dichos porcentajes sean producto de una extraordinaria acción de Gobierno.