Es momento de sacudirnos de las propuestas de la izquierda
El país, no obstante sustentar su riqueza en la diversidad geográfica, ecológica, genética y cultural que posee, debido a erradas políticas de desarrollo (improvisación, facilismo político, derroche y aprovechamiento del bien común) no logra encontrar su rumbo al desarrollo. Se ha configurado un escenario donde las oportunidades para avanzar en niveles de unidad, interculturalidad y cohesión social, continúan pospuestas por quienes, de la boca para fuera (tras un populismo izquierdista), se autocalifican defensores de la participación, la integración, la incorporación y la inclusión de los desposeídos.
Hace más de 15 años (desde el Estado) se viene presentando al país políticas traducidas en planes nacionales relacionados con igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres (2000), contra la violencia hacia la mujer (2002), igualdad de oportunidades para personas con discapacidad (2003) y superación de la pobreza (2004), entre otros. Sin embargo, las desigualdades continúan y las necesidades de inclusión siguen esperando mejores ocasiones para que los peruanos entendamos que en un país diverso, como el nuestro, incluir es una tarea no solo importante, sino imprescindible para progresar.
Ahora bien, la exclusión –expresada en la existencia de condiciones desiguales o desventajosas en el acceso a determinados bienes, recursos o servicios de ciertos grupos con relación a otros– es un aspecto que con motivo de la pandemia del Covid-19 se ha incrementado. Ahora hay más pobres; muchos niños, adolescentes y jóvenes dejaron de estudiar por no tener posibilidades de acceso a la educación remota; la salud se ha convertido en privilegio para los que más tienen; las oportunidades de trabajo se han reducido tremendamente debido al cierre de muchas empresas productivas y de servicios. De modo que las oportunidades económicas, sociales, políticas y culturales, al reducirse, han incrementado la exclusión. Una exclusión que ciertos grupos políticos, por intereses de diversa naturaleza, logran esconder con bastante éxito.
A puertas del proceso electoral muchos intentamos conocer las propuestas de los candidatos para determinar a quién otorgar nuestra representación y mientras por un lado los mercaderes de encuestas se esfuerzan por dirigir nuestras decisiones y los candidatos carentes de vocación de gobierno muestran dificultades para entender y comunicar su propio Plan de Gobierno deslizándose en los “debates” por ataques anecdóticos y personales; por otro, se oculta a nuestra vista la confrontación entre dos tendencias: democracia y populismo, que algunos lo caracterizan como democracia y socialismo, y otros entre libre mercado y estatismo. Ciertamente hay entre ambas, posiciones y matices diferenciados.
De estas posturas, la que resulta más atractiva para la población con limitaciones en el ejercicio de su ciudadanía, y justamente por los niveles de exclusión al cual están sometidos, al igual que por las promesas cargadas de asistencialismo, transformación económica (contraponiendo la economía liberal con el control estatal), política (transformación del Estado) y sociales (igualdad) obtiene apoyo social. Por ello, para no seguir engañándonos es momento de preguntarnos: ¿será que las políticas populistas favorecen la inclusión?, ¿fortalecen o anulan la dignidad de las personas?, ¿disminuyen o multiplican la miseria?. Son interrogantes cuya resolución nos permitirá tomar decisiones responsables al momento de votar.
Para quienes apostamos por la democracia y anhelamos que la inclusión deje de ser una ironía, queda claro que es momento de sacudirnos de las propuestas populistas escondidas tras el verbo izquierdista, que ha copado desde hace 20 años el escenario económico, político y cultural, cerrando el paso a la inclusión.