Cuando se trata de graves crisis económicas
No es una pandemia, es una guerra. La guerra destruye la economía y mata física y moralmente. Los muertos por el COVID 19 o por el daño colateral superan a los de la guerra con Chile y el terrorismo. Fuimos arrasados en 2020 y una tropa fortalecida en su capacidad destructiva viene sobre nosotros en 2021: una segunda ola, mucho más contagiosa.
Difícil que el gobierno se anime por el confinamiento, pese a que en Europa se han visto obligados a hacerlo, dada la incapacidad de su superdesarrollado sistema de salud para contener a la muerte. Si la velocidad con la que corre el monstruo aumenta aquí, el ya colapsado y pobre sistema de salud cerrará y los crematorios serán reemplazados por cementerios informales. Ojalá sea una hipérbole; pero no solo la economía no da más, el Estado no da más, la gente no da más. No hay autoridad alguna ni ejército ni policía que pueda restringir a una población que tiene hambre y que prefiere arriesgar los pulmones en una nube infecta que carecer de pan sobre su mesa.
Las empresas y el Estado pueden valerse del trabajo remoto para proteger a sus empleados, y esa regla debiera ser ley. Pero el 70% del Perú se las hace en las calles y no tienen un ahorro, porque de nada sirve ahorrar en un sistema que es tan rentable como guardar billetes en un cajón. Y eso es lo que harán muchos, precisamente, si es que se viola el secreto bancario y las cuentas de depósito comienzan a ser fiscalizadas. El ciudadano y no el funcionario rindiendo cuentas, “porque aquel algo malo debe estar haciendo”.
En una sociedad altamente punitiva, como la peruana, “todos somos delincuentes”: evasores, traficantes, corruptos, violadores, lavadores, mafiosos, cochinos… Vigila la SUNAT, el municipio, la Fiscalía, la Contraloría, el JNE, Defensa Civil, el MEF ¿Se han percatado acaso que estamos en una guerra y que el enemigo no es el ciudadano? Entonces, ¿por qué complicarle la vida a la gente? ¿Vamos a pedir a las prostitutas desvistan sus nicknames y declaren sus fuentes? ¿Los informales no ahorran? ¿Ahora vamos a preguntarles? ¿Vamos a desincentivar las donaciones? El beneficiario mirado y el filántropo benefactor azorado. ¿Realmente, quieren que el populismo gane en abril? ¿Cómo creen que ganó Chávez?
El populismo es una enfermedad. Pero si estamos en una guerra allí viene el populista y te susurra: “¿Te interesa tu bolsillo? La SUNAT te cerró y te quiere ver el esqueleto, la fiscalización municipal te cerró por vender verduras y no golosinas, no pagaste óbolo para cuadrar carretilla. Y si seguimos, te emplearon de milagro y la AFP retuvo tu dinero y se cobró grandes comisiones por años… y en tu actual urgencia tu dilección es el pan familiar y tu proyecto mype de sobrevivencia ¿Cien mil soles hacen acaso tu vejez? Es tan bobo como tener plata en una caja mientras el balón de oxígeno pasa frente a tus ojos moribundos y tu bolsillo agujereado”. Siempre habrá un populista que dice que la ve por ti y te promete lo que quieres. ¿Qué, más seductor?
El populismo tiene ventajas electorales cuando se trata de graves crisis en las billeteras del pueblo. Y en esas estamos. Revisen, si no, los libros de historia.