Un objetivo a desarrollar en medio de la cruenta polarización social
A estas alturas empieza a ser evidente que la proclamación del ganador de la segunda vuelta, luego de la negativa del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) a contrastar las actas cuestionadas con los padrones electorales, antes que establecer la paz social, desatará un nuevo capítulo de la confrontación política, institucional y social que comienza a destruir el sistema republicano.
Las contradicciones en el JNE se trasladan a las calles, junto a las movilizaciones más impresionantes de las últimas décadas, que exigen transparencia electoral y el respeto al voto. Por eso comienzan a surgir sectores que radicalizan sus acciones y, de pronto, la violencia política y social podría pasar a convertirse en protagonista de la coyuntura. Desde este portal convocamos a mantener la paz y el civismo incluso en medio de las protestas (que son un derecho), y condenamos cualquier forma de violencia, venga de donde venga.
Sin embargo, aquí lo relevante es que la negativa del JNE a contrastar las actas cuestionadas con los padrones electorales está desatando una polarización social que comienza a escapar de Perú Libre y Fuerza Popular, tal como se aprecia con los distanciamientos de los candidatos presidenciales y los movimientos políticos con respecto a las recientes protestas callejeras.
En este contexto, solo nos queda seguir invocando que se mantenga la paz y el civismo dentro de cualquier forma de protesta. También es posible convocar a todos los actores políticos, a todos los sectores que protestan, a evitar que la guerra política e institucional termine destruyendo la economía y el aparato productivo. Los efectos devastadores de cualquier guerra –luego de culminada– siempre serán más fáciles de asimilar si es que se preserva la economía de una sociedad. La reconstrucción institucional y política se vuelve más viable.
En ese contexto, sería fundamental que la disciplina macroeconómica y la autonomía del Banco Central de Reserva (BCR) se mantengan, cueste lo que cueste, para que el Perú no pierda ninguna de sus calificaciones internacionales, conseguidas con décadas de esfuerzo. ¿Acaso Pedro Castillo y Keiko Fujimori no son capaces de firmar un compromiso de esta naturaleza, cualquiera sea el desenlace electoral? Puede sonar a una ingenuidad en medio de la polarización y la guerra política; no obstante, debería quedar en claro por qué el Perú no podría seguir en esta ruta luego de tres décadas de significativos avances económicos. Si las cosas no son posibles por las posiciones de Pedro Castillo y Perú Libre, entonces que se clarifique el panorama y que la oposición que surge entienda la enorme importancia que tiene la economía para la defensa de la libertad.
De otro lado, es importante que las clases medias –que hoy protestan contra la posibilidad de una colectivización de la economía– entiendan que la continuidad de las inversiones en minería, en agroexportaciones, en industria y turismo y en la construcción, por ejemplo, explica directamente el surgimiento de una mesocracia como nunca antes existió en el Perú. A pesar de la crisis y los devastadores efectos de la pandemia, alrededor del 50% de la población peruana sigue perteneciendo a la clase media en tanto que la pobreza afecta a cerca del 30% de la ciudadanía.
Bueno, lo que se debería entender es que sin las inversiones en minería, en agroexportaciones, en industria, turismo y construcción, el PBI no se habría triplicado y la pobreza no se habría reducido del 60% de la población a solo 20% –hasta antes de la pandemia–, convirtiendo al Perú en una sociedad con más de la mitad de su población perteneciente a la clase media.
Preservar la macroeconomía, la autonomía del BCR y la continuidad del aparato productivo surgido en las últimas tres décadas, entonces, resulta fundamental para enfrentar los efectos devastadores de la actual guerra política e institucional, que empieza a destruir el sistema republicano.
Salvando los cimientos económicos, la reconstrucción institucional posguerra será absolutamente posible y viable.