Para que asuma la presidencia Dina Boluarte
Pedro Castillo ha renunciado a Perú Libre. Lo ha hecho obligado por una carta pública en la cual la dirigencia, la bancada y la militancia de dicho partido se lo pedían. El haber hecho público el pedido de renuncia ya constituía una falta de respeto que contrastaba con el tenor respetuoso del texto. La renuncia de Pedro Castillo lo convierte en un presidente sin bancada, al igual que uno de sus antecesores, Martín Vizcarra.
En la historia del Perú político, cuando un presidente no tiene bancada, la probabilidad de una crisis de gobernabilidad se incrementa. El apoyo que le pueden brindar algunas bancadas es en realidad un intercambio de favores y no construye solidez. Ejemplos concretos son lo que acontece con esos íconos de la conveniencia partidaria –Podemos, Somos Perú y Juntos por el Perú– que tienen representantes en el Ejecutivo, que votan en algunas ocasiones con el gobierno y que, apenas tienen alguna diferencia, salen con todo a sacar los trapitos al aire y a ventilar aspectos internos sin ningún pudor. Lo hicieron Mirtha Vásquez y Avelino Guillén, vergonzosamente.
El pedido de Perú Libre podría ser parte de una Operación Desmarque, como lo señalé en el programa de Phillip Butters, que buscaría acelerar la caída de Pedro Castillo a la brevedad. Pero no sería con un fin noble. Buscarían que sea antes que ocurra la necesaria destitución de Dina Boluarte. Si renuncia Pedro Castillo, o es destituido por falta constitucional, y esto sucede en los próximos 45 días, la jefatura de Estado recaería en Dina Boluarte, cumpliéndose así el sueño del falso progresismo coloquialmente conocido como el grupo caviar.
Las fuerzas políticas deben estar atentas a eso. La salida de Dina Boluarte es tan necesaria como la de Pedro Castillo. Ambos son culpables de esta situación, junto con los progresistas y cierta prensa, y ambos están absolutamente incapacitados para gobernar el país. No tengo dudas de que este es el objetivo que en el fondo persiguen abogados ligados a la causa vizcarrista y ahora castillista, cuando piden la salida de Castillo o que se destituya al presidente.
Castillo tiene muchas limitaciones. No está capacitado para el cargo. Lo mismo sucede con Dina Boluarte. Esta última sería manejada como lo fue el mediocre gobierno de Francisco Sagasti. El sistema de justicia volvería a convertirse en perseguidor de adversarios políticos y la dictadura caviar, ahora debilitada en parte, volvería a fortalecerse sobre la base de sus prebendas, consultorías y corruptas gollerías.
El Perú no está para eso