Solo hay congresistas que se prestan al juego del Gobierno
Escribir sobre política local el mismo día en que fallece esa institución regia que fue Isabel II es deprimente. Comparar lo majestuoso de las formas en que, siguiendo al detalle el denominado “Plan Unicornio”, se desarrollan los funerales de la Reina con la vulgaridad y poca madura política local simplemente es un abuso. Políticamente estamos en uno de los peores momentos de la República.
El Jurado Nacional de Elecciones acaba de manifestarse señalando que la expresidenta del Congreso Lady Camones no ha cometido ninguna falta electoral. La Fiscalía, de oficio, viene haciendo sus investigaciones. De hecho, llegará a la misma conclusión. El fallo es extensivo a César Acuña: si la funcionaria pública no ha cometido falta alguna, menos aquel que no lo es. Sin embargo, a partir de un audio sin ningún tipo de connotación política ni penal se armó una de las peores crisis de este gobierno. Díganme si eso no es una señal del bajísimo nivel al que ha llegado la política peruana.
Una irresponsable información a partir de un audio obtenido ilegalmente, que de hecho no se habría reproducido si el evento hubiera sucedido en España o Colombia, trajo como consecuencia una de las mayores demostraciones de histeria colectiva que se haya visto. Un Consejo de Ministros, presidido por un pintoresco Aníbal Torres, exigió al Congreso censurar a la presidenta del parlamento, haciendo lo mismo que criticaba. Un elenco novato de congresistas, contaminados de un inmaduro afán de figuración, sirvió cual tonto útil al pedido del presidente del Consejo de Ministros, dando como resultado que al día de hoy no haya faltas ni hay presidente del Congreso, pero sobran candidatos: se dice que podrían presentarse hasta siete candidaturas.
No es primera vez que congresistas de Avanza País o Renovación Popular se prestan a ser funcionales al gobierno. Sus mociones de vacancia presidencial solo sirvieron para fortalecer a Pedro Castillo, y las de censura para encumbrar a Aníbal Torres. Ahora se prestaron al juego del gobierno y liquidaron la presidencia del Congreso dándole al oficialismo la oportunidad de tomar el control del Poder Legislativo. Conmocionados por la irresponsabilidad de sus actos, ahora piden “unidad en el bloque opositor”, una unidad que ellos se han encargado de dinamitar en las dos anteriores elecciones, en las cuales presentaron a los congresistas Montoya y Echaíz como candidatos.
El Congreso ha sido tomado por individuos investigados por corrupción, los “niños”, y congresistas que juegan a la política, los “niñitos”, llamados así no por su condición etárea sino por el infantilismo e inmadurez con que toman sus decisiones. Ambos son responsables del más grave deterioro institucional de este siglo.