Hernando de Soto y el Partido de los Trabajadores
A escasos meses de realizarse las elecciones generales, algunos grupos políticos vienen delineando sus postulados ideológicos-programáticos y organizativos. Esto resulta interesante, pues la población requiere conocer no solo candidatos, sino también propuestas. No es extraño, el surgimiento de partidos o frentes que con sus mensajes intentan convocar a la población para transitar por experiencias y compromisos colectivos, diferentes a lo tradicional, devolviendo esperanzas y posibilidades para “creer” en la acción política.
Es el caso del Partido de los Trabajadores (PT) liderado por Hernando de Soto, del cual resultan atractivas: su identificación como Frente Único Nacional; la vinculación de lo ético con la acción política; el rechazo a la corrupción “funda su base conceptual y filosófica en la oposición a toda forma heredada o por crearse de mal habidas formas corruptas y entreguistas de hacer gobierno, anteponemos ante todo ello la ética como principio formador de la práctica de gestión y buen gobierno”; su afirmación en el nacionalismo y antiimperialismo; el mantenimiento del principio de la propiedad privada, incorporando “al cooperativismo y a las comunidades nativas, campesinas e indígenas provenientes de las comunidades creadas desde el incanato”; el reconocimiento al “mercado y a la democracia como sistemas fundamentales para la vida económica y social de la población peruana” entre otros.
Por lo diverso y “atrevido”, estos planteamientos ubicados, en una posición de centro, (necesaria hoy), dejan poco margen para ser etiquetados como derechistas. Y trae al recuerdo la discusión ideológico-programática de los años treinta, cuando el compromiso social era liderado por tres pensadores con inclinaciones marxistas o cristianas, quienes al priorizar discrepancias dejaron pasar una oportunidad histórica de cambio. De ellos, “heredamos” junto al dogmatismo, la nula predisposición para pactar sobre cuestiones trascendentales.
En ese marco recordemos: la declaración de Mariátegui “El marxismo del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un medio fundamentalmente dialéctico… No es como algunos erróneamente suponen un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales”; el señalamiento de Haya de la Torre “Somos un partido de frente único; un Partido formado para la solución de los problemas de las tres clases que se vinculan en lo que tienen de común y que se unen en cuanto representan, verdaderamente, problemas colectivos y nacionales sacrificando las diferencias que no son de inmediata significación…”; el reclamo de Belaunde sobre “un programa realista sin utopías y sin dogmatismos” planteando: “…protección y vitalización de las comunidades, expropiación del latifundio improductivo o retardado, conversión del yanacón o aparcero en propietario, defensa y extensión de la pequeña propiedad, constitución de un banco agrícola… fijar una proporción al capital nacional en toda empresa…”. Discusiones sobre ideología, partido, programa, cuyo acuerdo sigue pendiente.
El PT al asumir “la continuidad histórica del pensamiento y método dialécticos, no dogmáticos ni congelados, creados y desarrollados por los grandes pensadores europeos de la segunda mitad del siglo XIX y por los grandes pensadores peruanos de todo el siglo XX que han contribuido con su pensamiento en la construcción de nuestro frente único”, pretende apostar por el resurgimiento de la política seria, e invitarnos a sumar esfuerzos por reivindicar la praxis militante alejada de razonamientos atávicos y enlazada a un presente creativo.