Es difícil establecer qué es lo más grave, si la manifiesta intervención en el proceso electoral por parte de Francisco Sagasti, militante del partido Morado que ocupa circunstancialmente la presidencia de la República, o la clara afectación de nuestra soberanía por parte de presidentes latinoamericanos ligados al Foro de Sao Paulo, es decir, al colectivo internacional que dicta la pauta de acción en los países de la órbita chavista.
Ambas situaciones son inéditas en el espacio de una contienda electoral en el país, pero no son únicas. Se inscriben como maniobras que buscan generar una percepción de ganador, en una de las partes, para luego convertir en irreversible el fruto de la contienda manipulada e ilegítima.
En el caso peruano lo que buscan es generar la percepción de ganador en Pedro Castillo para que de esa manera las irregularidades denunciadas caigan en saco roto
y así, el que “ganó” las elecciones usando una serie de artimañas pueda consolidarse en el poder y así ejercer una serie de cambios que lo eternicen en el poder.
Pero no son las únicas acciones. Los ingenuos (influenciados por una serie de opinólogos y medios de comunicación que insisten en que Castillo respetará las instituciones democráticas) creen que el representante de la izquierda radical se impondrá a Vladimir Cerrón y su bancada neosenderista y podrá gobernar en el marco de la Constitución. Nada más equivocado.
Siguiendo el manual que el comunismo dictó hace más de veinte años, “ganarán” las elecciones mediante el voto popular, procederán a hacer de la democracia representativa un mecanismo para cambiar lo que quieran mediante referéndum, procederán a convocar a una Asamblea Constituyente y desde allí a sentar el contrato social que les permita tomar el poder y no dejarlo de ninguna manera.
¿Cómo hemos podido llegar allí? Por diversas vías, entre ellas, la principal, la ausencia total de una élite dirigencial en el país, un mercantilismo siempre oportuno y medios de comunicación a los cuáles solo les interesa la supervivencia. Los partidos políticos, sin líderes, optaron por la política electoral en lugar de la política de Estado, sufren por su virtual desaparición.
Todo ello ayuda a configurar la situación que atravesamos. Es por ello que no se puede llegar a proclamar al ganador de las presentes elecciones. No, hasta que el Jurado Nacional de Elecciones defina la última acta cuestionada. Hay que estar atentos, pues la sombra de un fraude tiende sobre el actual proceso electoral.