El grave problema de la fragmentación de la centro-derecha
Más allá de la fragmentación de los resultados de las elecciones subnacionales es incuestionable que el Gobierno, Perú Libre, el Movadef y cualquier satélite del eje bolivariano, han sido barridos en los comicios del domingo pasado.
Cuando Pedro Castillo gobernaba de la mano de Perú Libre y de Juntos por el Perú, antes de las denuncias e investigaciones del entorno palaciego, toda la acción del Ejecutivo parecía encaminada a organizar objetivos en función de las elecciones subnacionales de este domingo. Hace un año y algunos meses atrás, de alguna manera, los estrategas bolivarianos consideraban que las futuras elecciones regionales iban a resolver el empate entre el Gobierno y la oposición alrededor de la constituyente. Perú Libre soñaba con una red de gobiernos regionales para quebrar la resistencia democrática.
Ha sucedido todo lo contrario. Perú Libre y el eje bolivariano han desaparecido en las elecciones subnacionales. Incluso en los resultados preliminares de los gobiernos regionales en el sur, los candidatos a favor de la constituyente y en contra de la inversión privada, no existen. Más allá de una segunda vuelta (en el Cusco) en que pelearán una posibilidad, los antisistema se han evaporado.
Semejante resultado es el efecto del desgobierno nacional que causa Pedro Castillo y que comienza a inmunizar a la gente contra el radicalismo, el colectivismo, los comunismos y los progresismos. El desastre de Castillo está derrumbando el Muro de Berlín que habían levantado los progresismos y que permitió el triunfo del peor candidato de la historia republicana en las elecciones nacionales pasadas.
Sin embargo, en estos comicios regionales, la balcanización de la política también nos revela que no existe una alternativa ante el desmoronamiento de nuestro Muro. ¿A qué nos referimos? Si la centro derecha se hubiese unificado, simplemente habría barrido en Lima y el triunfo de Rafael López Aliaga y en los distritos habrían sido inobjetables. Semejante centro derecha habría teñido con sus colores parte de los resultados del norte y del sur y, al lado de los triunfos de Alianza para el Progreso, las elecciones regionales se habrían convertido en un devastador plebiscito en contra del Gobierno y los delirios de algunos de resucitar constituyentes o radicalismos. Los temores a Antauro Humala se habrían disipado y las dudas en el Congreso sobre la defensa de la Constitución y la economía de mercado se habrían esfumado. En cualquier caso, los resultados de las elecciones subnacionales nos indican las grandes tareas y urgencias que debe afrontar la centro derecha.
Es imposible imaginar que Antauro puede convertirse en alternativa cuando la tragedia nacional viene directamente del radicalismo, el comunismo, los nacionalismos y los progresismos. Si semejante aprensión contra el radicalismo es posible solo tiene una explicación: la sociedad se siente desguarnecida por falta de una alternativa de la centro derecha.