Incorporando las nuevas tecnologías
Las indecisiones de los niveles gubernamentales de la última década han hecho que el ritmo de reducción de la pobreza se estanque. Ciertamente, la pandemia del Covid-19 ha aumentado la pobreza en aproximadamente 10 puntos porcentuales, y hemos pasado de 20% a 30% en menos de seis meses. Pero, ¿acaso no pudimos reducir la pobreza por debajo de los niveles alcanzados?
Si el Perú no redujo aún más sus niveles de pobreza fue por tres motivos: 1) Posiciones ideológicas antigeneración de empleo formal. Dicen oponerse a las inversiones, pero su verdadero temor es que la reducción de la pobreza los deje sin una masa crítica de electores que les permita seguir medrando del aparato gubernamental; 2) La ineficiencia en el manejo de la cosa pública; y 3) La corrupción.
Por eso, toda aquella propuesta de gobierno que no se exprese claramente a favor de la inversión, lo que en verdad propugna es el empobrecimiento de un mayor número de compatriotas. Tal como sus hermanos políticos lo han hecho en Venezuela, empobreciendo a niveles africanos a una de las naciones más prósperas de Sudamérica.
Los discursos que emplean suelen ser atractivos, comunican que resolverán los problemas de los ciudadanos una vez que alcancen el poder para controlar el aparato estatal; pero eso es simple populismo para obtener votos. ¡No se les debe hacer caso! Si alguno de los candidatos quiere efectivamente apoyar a los más pobres, y no a cambio de respaldo político para el partido de gobierno, lo que se debe hacer es lo siguiente: a) Entregar DNI con chip a todos los ciudadanos, b) Hacer un cruce de los niveles de consumo de agua, luz, telefonía celular, etc. y establecer a partir de qué cifra dineraria el Estado decide brindar apoyo económico.
Mediante campaña de difusión en medios, debe comunicarle a este segmento que debe “descargar”, en sus respectivos dispositivos móviles, una APP del Banco de la Nación, institución que le depositará al jefe de familia (varón o mujer) el apoyo del Estado. Sin embargo, este apoyo debe ser restringido al consumo de bienes que conformen la canasta familiar, y también para el pago de servicios públicos, lo que les garantiza mantenerse informados.
¿Qué gana el ciudadano? Evita realizar colas que le hacen perder valioso tiempo, así como aminorar el riesgo de propagación de la actual y futura pandemia, además de permitirle más tiempo para dedicarse a realizar algún trabajo.
¿Qué gana el Estado? 1) Diseñar un sistema mucho más efectivo y objetivo para acercarse al ciudadano más vulnerable, 2) Reivindicación del ciudadano (nadie debería ser maltratado ni verse obligado a exhibir su situación económica ante los demás ciudadanos.). El Estado debe apoyar, pero nunca desmoralizar al ciudadano. 3) Ahorro significativo en los costos que representan los programas sociales, que siempre han sido cuestionados en su eficiencia y efectividad, así como en el uso político que se hace de sus beneficiarios. Algunos dirán que no todos los beneficiarios cuentan con servicios públicos, pero lo cierto es que en ciudades como Lima, por ejemplo, la cobertura eléctrica es al 100%, así como la penetración en el mercado de la telefonía celular. Al menos uno miembro de las familias en pobreza extrema cuenta con celular, por lo que llegar hacia ellos de manera focalizada sí es posible.
Ojalá quienes dicen preocuparse por los menos favorecidos incorporen la tecnología para evitar o disminuir significativamente la corrupción que suele medrar en el aparato estatal.