Mientras Castillo y el colectivismo avanzan en constituyente
Al cierre de esta edición –con una frialdad que estremece, que aterra– la oposición ha anunciado que va a la elección de la mesa directiva del Congreso con dos listas: la de Lady Camones y la de Gladys Echaíz.
¿Qué ha sucedido para que la oposición en el Congreso haya olvidado que el Perú vive una de las noches más oscuras de las últimas décadas? ¿Acaso nadie puede distanciarse de esa conducta autodestructiva de comunistas y progresistas que creen que la actual crisis es una simple oportunidad para una estratagema de poder? Si los sectores comunistas toman la mesa directiva del Legislativo, un año de resistencia de la mayoría de peruanos y de la oposición en el Congreso en contra de la constituyente y las nacionalizaciones no habrá valido nada. Si el colectivismo controla el Ejecutivo y el Congreso, entonces, todos seremos responsables, pero sobre todo, la oposición en el Legislativo.
Los principales responsables de esta situación son César Acuña y Alianza para el Progreso (APP) por haber olvidado el momento límite que vive el Perú. Ese momento límite requería que APP –en cumplimiento de pactos– y la oposición presentaran a sus mejores cartas para la mesa del Congreso y se encumbraran potenciales líderes en el Ejecutivo y en el Congreso para una eventual transición. Sin embargo, se prefirió el control antes que la propuesta.
No obstante, luego de la falta de mirada de los sectores pragmáticos y sin mayores definiciones ideológicas (llámese APP y Acción Popular), la responsabilidad de los sectores de la oposición con más claridad ideológica, es definir los principales objetivos: defender la Constitución y las libertades. Sobre esa base, está también la obligación de definir cuál es la principal amenaza: el comunismo, el colectivismo y el progresismo.
Si las cosas son así, la buena política, las tradiciones clásicas, obligan a los sectores más conscientes, con más definiciones y virtudes republicanas, a impedir que gane la principal amenaza; es decir, a evitar que el comunismo tome la mesa directiva del Congreso. Algo así no se le puede pedir a los sectores pragmáticos que han convertido a la política en epifenómenos de las actividades comerciales. Algo así solo se le puede demandar a los sectores republicanos, a quienes se ponen a la espalda un país, una sociedad, sobre la base de proyectos y virtudes.
Y de una u otra manera, al menos hasta el cierre de esta edición, los sectores republicanos no estaban cumpliendo con su principal deber: evitar que gane el comunismo.
Si los comunistas ganan la mesa directiva del Congreso será evidente que la crisis lo devoró todo. Es decir, la falta de virtudes de los agresores de la peruanidad y del Perú será la misma en quienes estaban llamados a defender la república.