Keiko denuncia intromisión en elecciones del Perú
Si bien Luis Arce es el presidente de Bolivia, resulta incuestionable que Evo Morales sigue siendo el hombre fuerte del régimen altiplánico. Luego del injusto encarcelamiento de la ex presidente constitucional, Janine Añez, queda en evidencia que el endurecimiento del régimen del MAS boliviano también es conducido por un Evo vengador.
Sin embargo, Morales también comienza a asumir la vocería del eje bolivariano en América Latina. Fallecido Hugo Chávez, Venezuela y Nicolás Maduro parecen guardar perfil bajo en las guerras políticas y elecciones latinoamericanas. Cualquier referencia al país llanero evoca la tragedia humanitaria y los cinco millones de venezolanos que abandonan el país por el hambre y la miseria. En cambio, Bolivia, con un poco de propaganda, presenta la imagen de “una sociedad viable y relativamente ordenada”. De allí quizá el nuevo protagonismo de Morales.
Unos días atrás, Evo declaró que “hemos perdido en Ecuador, pero ganamos en Perú”. Agregó que había hablado con el candidato Pedro Castillo y que le dijo que se iba a rebajar el sueldo tal como él lo hizo. Asimismo, Castillo –según el ex presidente de Bolivia– le garantizó que iba a convocar a una asamblea constituyente y que iba a nacionalizar la minería y los hidrocarburos. Morales agregó: “Estamos exportando nuestras políticas”. Ayer el boliviano volvió a la carga con sus intromisiones en nuestro país.
Ante estas incursiones altiplánicas, Keiko Fujimori, candidata de Fuerza Popular, acaba de denunciar la intromisión del boliviano en las elecciones nacionales. La lideresa fujimorista acaba de trazar la cancha entre quienes defienden el sistema republicano y quienes apoyan la aventura chavista-comunista de Castillo, Cerrón y Evo Morales. De alguna manera, el gesto evoca las reacciones del gran Alan García ante las injerencias de Hugo Chávez en los comicios del 2006.
El mensaje de Evo y del eje bolivariano con respecto al Perú no es uno cualquiera. El Perú tiene la tercera mayor reserva de cobre del planeta –sobre todo en el sur del país– y contiene uno de los yacimientos de litio más prometedores del globo. El cobre y el litio son los metales de la revolución industrial y tecnológica en curso, sobre todo para la fabricación de autos eléctricos y las baterías de los teléfonos inteligentes.
De más está explicar que el eje bolivariano se ha propuesto controlar los recursos naturales de América Latina: han depredado el petróleo venezolano hasta destruir al país llanero. Igualmente controlan el gas boliviano y han desarrollado una intensa labor en los gobiernos regionales del sur del Perú con el objetivo de detener las inversiones mineras para explotar los mismos yacimientos cuando un bolivariano llegue al poder. En el plan comunista-chavista, el control de los recursos naturales de la región les posibilita una geopolítica mundial con China, Rusia y algunos países del Medio Oriente.
Por estas consideraciones Vladimir Cerrón, jefe de Perú Libre, y Pedro Castillo informan de sus alianzas con líderes regionales como Zenón Cueva, gobernador de Moquegua, Elmer Cáceres Llica, gobernador de Arequipa y ex autoridades como Gregorio Santos en Cajamarca y Walter Aduviri en Puno. Todos los mencionados han luchado para estatizar la minería.
Las tensas relaciones del Perú con Bolivia no solo tienen que ver con las disputas alrededor del modelo económico, sino también con hechos históricos como la experiencia fallida de la Confederación Peruano-Boliviana en los albores de la República.
El plan nacionalizador de minas e hidrocarburos de Perú Libre, entonces, está envuelto de ropaje nacionalista. Pero en realidad representa un abierto entreguismo al eje bolivariano.
Por todas estas razones, el Perú debe responder a Evo Morales.