Preparan el camino hacia la patria socialista
Vladimir Cerrón controla el Gobierno de Pedro Castillo e impone ministros cercanos a él. Uno de ellos, Hernán Condori Machado, está hoy en la cartera de Salud. Ante este nombramiento los principales gremios e instituciones médicas han pedido una rectificación al presidente, quien hasta ahora hace caso omiso a la solicitud. Otros salieron a ofrecer apoyo al galeno provinciano. ¡Las bases han comenzado a actuar!
Para el dueño de Perú Libre el camino al socialismo no es negociable. La propuesta de una asamblea constituyente sigue en pie. El comunismo chileno señala el camino: confiscación de todo el aparato productivo, incluidos los medios de comunicación, centralización del poder y transformación de las fuerzas armadas y policiales.
Ningunear al ex presidente regional de Junín es un gran error. El empeño lo lleva en la sangre; es el propósito de su existencia y no una pasajera experiencia política. Sabe hacia adónde va, mientras la oposición deshoja margaritas sin atreverse a reaccionar, por simple cobardía e ignorancia política. Por Martín Vizcarra la no reelección de congresistas permite representantes sin mayores experiencias, firmeza y conocimientos de política dura. “Serán aplastados”, señaló Cerrón. Hará polvo de la propiedad privada, libertades y de la oposición si sus principales “líderes” eligen la quietud en lugar de la decisión valiente.
Durante su gestión 2011-2014, Vladimir Cerrón organizó el programa Médicos de Familia, con el supuesto de la prevención sanitaria. No hay puntada sin hilo. Su intención ideológica era visible. Los médicos cubanos contratados tenían además la tarea del adoctrinamiento casa por casa. Enseñaron las “bondades” del comunismo y, sin rodeos, también a votar en los procesos electorales, constituyendo así las bases de Perú Libre, las que asisten a las manifestaciones junto a los empleados públicos que le deben el puesto de trabajo al partido. Los pobladores que mostraban resistencia fueron presionados: represalias, insultos y hostigamiento son las prácticas usuales del socialismo militante contra quienes se les oponen.
Según se denunció, el adoctrinamiento costó S/ 11.7 millones del presupuesto destinado al hospital de Chanchamayo, transferido después al programa Médicos de Familia. Sin embargo, “por sus frutos los conoceréis”. Durante esa gestión, la anemia en Junín, el principal indicador de la salud pública, se elevó hasta un 64% en la población infantil. Calza el calificativo de “doctor anemia”.
Vale señalar que durante el humalismo otros grupos de cubanos llegaron al país y ejercieron sin los requisitos exigidos a los médicos locales (título, colegiatura, especialidad y experiencia). “Incalificables, por decir lo menos”, así fueron presentados. Las autoridades defendían la presencia de los cubanos enviados por la inteligencia castrista (G2). Decían que por sus “asesorías” mejoraba la calidad de la atención.
La curiosa disculpa contrasta con la realidad. El sociólogo y escritor Carlos Meléndez advirtió en una columna en El Comercio que “cualquiera que haya visitado un centro médico en el que se atiende el cubano promedio inevitablemente cuestiona el mito que se ha construido sobre su sistema de salud. Sus instalaciones emulan la escenografía de una película de zombis; sus recursos humanos han sufrido el desgaste de una utopía colectiva que ha perdido toda esperanza”.
A pedir de boca, ahora tienen el control del Ministerio de Salud. Una grandiosa oportunidad para diseminar el marxismo en los sectores populares, cada vez más deprimidos por la inoperancia castillista. El neurólogo y activista preparado en Cuba sería, como presumen en Huancayo, un G2 que supo además captar seguidores por intermedio de los programas de alfabetización copiados de la isla caribeña. El símbolo del lápiz no es una mera coincidencia. Si usted cree lo contrario es demasiado ingenuo o cómplice de la destrucción del país.
¡No es momento de medias tintas!